miércoles, 18 de abril de 2012

¿Solo o acompañado?

¿Quién no disfruta de un espumoso café, a media mañana, en compañía alguien importante y aderezado con una interesante conversación? ¿O quién no es capaz de sentirse en una película de Richard Gere, por ejemplo, con palomitas y abrazos entrecortados? ¿Cuántos de vosotros veis un partido de fútbol infinitamente más a gusto rodeado de amigos y cerveza bien fría? O el mero hecho de que te acompañen al súper a comprar pilas para el mando a distancia, añade un plus que puede hacer de un acto de necesaria realización una pequeña aventura. Y todo esto porque el ser humano es un ser social.

¿Social? Si, social. Uno de tantos adjetivos que se encuentran ligados a las personas como seres vivos. Tiene más, como por ejemplo, inteligente. Son meras coletillas, palabras que describen lo que nadie puede poner en duda. Un ser humano dice qué es, cómo es, cuándo lo es, por qué lo es, dónde lo es y, por supuesto, quién es.  Y nosotros, como seres humanos que somos, lo aceptamos. Realmente y a priori, sería contraproducente que no lo aceptásemos, pero vaya, que es un asunto que hoy no nos interesa.


El ser humano es un ser social, si, pero ¿por qué? Tan sencillo como que toda la vida ha vivido en sociedad. Desde los antiguos homínidos que habitaban las cuevas de Altamira hace ya miles de años hasta la cruda actualidad que nos sonríe cada minuto que pasa. Necesitamos estar rodeados, necesitamos gente. No gente conocida, ni eso. ¿Habéis ido a una tienda de ropa en la que solamente estáis vosotros? Que incómodo.

Y es que, como bien dije hace tiempo, el ser humano es (añadiendo otro a los adjetivos antes nombrados) mediocre en su mayoría. De hecho, opino que el homo sapiens tal y como lo conocemos lo es. Una persona solitaria no tiene con quien compartir mediocridad y se ofende ante su persona. La búsqueda de compañía o la simple presencia de más gente es, tan solo, para ocultar su gris mediocridad bajo un manto de homogénea y gris mediocridad común.

Ya no el hecho se sentirse solitario en una tienda. Sería absurdo abstraer todo un planteamiento, tan ofensivo como este, a una superficie de veinticinco metros cuadrados de consumismo. En general, las personas buscan compañía por naturaleza. En cualquier contexto. Desde el sencillo ejemplo de una tienda de ropa hasta para compartir una vida. Se ha extendido tanto ese pensamiento y esa manera de vivir, que necesitamos alguien que nos entienda y comparta nuestra sencilla existencia.


Dándole la vuelta a la tortilla, un señor que vaya al bar sólo, a beber, se presupone borracho, deprimido, infeliz. Una mujer soltera a los 45 años una insoportable o golfa. Esto no son más que mecanismos ideados por los mediocres, para mediocres, con tal de echar tierra sobre el pensamiento individual que agujerea la capa de mediocridad de una sociedad estándar. Pero, ¿por qué?

"Nos hallamos en una sistema de valores en el que la conformidad individual depende de un colectivo, basándose en la mera comparación de situaciones y aspectos, tangibles o no, mediante unas 'unidades de medida' ingeniadas por nuestros ancestros, con las que medimos y comparamos para nuestro gozo o miseria".
  




        Este fragmento pertenece a un filósofo del que no diré el nombre, ya que lo desconozco. Pero describe a la perfección el triste pensamiento humano. La imposibilidad de vivir en soledad y cultivar el cerebro interiormente. Es como una planta que a los pocos meses de vida, deja de ser regada y muere, pero con el tiempo el tiesto en el que se encuentra su seco tallo se llena de malas hierbas que no necesitan agua para crecer.


sábado, 7 de abril de 2012

Lo que yo imaginé


Justo, tras el arbusto, inmenso gusto,
adulto busto, desnudo muslo, consulto y busco,
promiscuo insulto, en su celulosa esculpo.
En este asunto rindo culto al fuego oculto.
Rosado bulto, lenguaje abrupto en este encuentro juntos,
culpable y no presunto, regusto al punto,
conduzco sin luz por el surco de tu cuello,
reduzco y traduzco lo que pide el cabello.

¿Ella o yo? ¿Yo o él? ¿Está bien? Díganlo,
¿un harén? Mira no; entre cien su canción;
el vaivén de su olor, el desdén, condición,
¿quién nos ve? Muévete, enamórame con tu creación.
¿Qué se creen? Discreción, almacén, lametón,
felación fetén, muerte de placer, pasión;
en mi tren, pimentón, di amen pecador
y sin favor, quiero tu sostén, ¿tienes calor?

Creo que sí... hueles a sudor, romanticismo,
fresas, a coacción, erotismo. Abadesa de mi religión,
erección mecanismo, adicta confesa, infinita promesa,
imaginación o hiperrealismo.
Más que delirio  gozo infinito:
abismo color turquesa, diablesa de mi hedonismo, insisto,
quiero tu protagonismo, marquesa de mechas ígneas,
no digas nada, secretismo, en campo de bellas orquídeas.

Esto no es lo que yo imaginé,
otro texto, secuestro en este camastro, canapé;
estoy dispuesto, eh! Por ti yo apuesto y apostaré,
amor por el rap, ¿o qué crees?
Esto no es lo que yo imaginé,
otro texto, secuestro en este camastro, canapé;
estoy dispuesto, eh! Por ti aposté y no apostaré,
amor por una mujer, ¿no lo ves?

   


domingo, 1 de abril de 2012

Casualidad

Casualidad s. f.

1  Combinación de circunstancias que no se pueden prever ni evitar: ha ocurrido por casualidad; ¡qué casualidad encontrarte aquí!
2   Acontecimiento fortuito: llevar dos vestidos iguales ha sido una casualidad.


Esto es como la Real Academia de la Lengua Española define el término casualidad. Escrutando su contenido, creo totalmente prescindible la primera acepción, pero ellos sabrán. Un acontecimiento fortuito es una combinación de circunstancias que no se pueden prever.  Pero no vamos a entrar en la discusión de si la RAE hace bien o no su trabajo, eso me llevaría mas tiempo.

¿Creéis en las casualidades? Existe gente que cree en las casualidades y gente que no, podríamos hacer esa distinción. Siempre hay una explicación lógica si queremos desmenuzar una casualidad, eso es cierto. Y ahora bien, si podemos buscar la lógica a una casualidad, es que no es casualidad, ¿me explico?

Un visual ejemplo sería salir premiado en el "cuponazo" de la once. "¡Qué casualidad que me tocara a mi!", pensarían muchos. Ahora bien, otra persona puede venir con un lápiz, un folio y una calculadora y decirnos que de suerte nada, que realmente es un juego estadístico, dónde se tiene una oportunidad de ganar entre 15 millones, y que siguiendo la estadística pura, que es una ciencia, has salido ganador.

La vida en la tierra, con su perfección y equilibrio, debe ser casualidad que surgiera tal y como la conocemos -  según los últimos estudios la Tierra tiene en torno a 4500 millones de años, era cuestión de tiempo que la vida surgiera y la forma, la que mejor se adapta a estas condiciones. Con lo borracho que iba debió ser casualidad que no tuviera un accidente con el coche - no irías tan borracho. ¡Qué casualidad que hayamos sacado un 5,9 los dos en el mismo examen! - Habréis estudiado lo mismo. Y así podemos seguir hasta la saciedad.

Cuando nos topamos con alguien así no tenemos nada que responder. Realmente ahí nos callamos y bajamos la cabeza y, de cara a la galería, asumimos que no existen las casualidades. Digo de cara a la galería porque, aceptamos que ese razonamiento tiene lógica y el nuestro es casi de fantasía, pero en el fondo seguimos queriendo creer en las casualidades y toda la fantasía que le rodea.

Si hablamos de cualquier disciplina, cualquier tema relacionado con algo físico susceptible de ser estudiado, si que no hay cabida para la casualidad. Sin embargo hay una variable que si se escapa al entendimiento humano y no admite estudio ni análisis alguno: el mismo ser humano.

Si, la gente, las personas, los terrícolas. No es casualidad que te toque la loteria, es estadística; lo que si es casualidad es que entre tu y el lotero elegisteis un boleto concreto sin seguir ningún criterio lógico. La misma definición de la RAE lo deja ver de manera muy sutil con sus ejemplos, habiendo en dos de ellos personas involucradas.

Es agradable saber que el libre albedrío humano, incontrolable, es el mismo que retuerce las aristas de nuestro cuadriculado mundo. Podemos vaticinar cualquier hecho, teniendo en cuenta todo tipo de variables, haciendo de una complicación inmensa su cálculo, pero al final lograríamos nuestro pronóstico con 100% de probabilidades de acierto. Sin embargo, cuando un ser humano pasa a formar parte de las variables, el cómputo se torna imposible.

Y es que no se puede prever qué piensa nadie, en ningún momento y en ningún lugar, por lo que fue casualidad pura que coincidiéramos en el mismo lugar. Bendita.