domingo, 2 de agosto de 2015

Algo distinto

A noche pudimos haber llegado a ser algo distinto de lo que esta mañana somos. El miedo al cambio nos tiene cogidos por las agallas. Dos tazas, una de té y otra de café soluble delimitan lo tuyo y lo mío. Lo de dentro y lo de fuera se tornan reversibles. Parece ser que bebimos menos de lo esperado y que hablamos más de lo que te habías propuesto. Hubo demasiada sinceridad, ¿es eso algo malo? Yo ya no lo pienso, aunque espero que tú si. Quizá mañana por la noche seamos algo distinto a lo que somos esta mañana.

sábado, 1 de agosto de 2015

El día que murió el rock

A veces me gusta caminar solo. Sin un destino fijo, más que el de regresar a mi hogar tras un determinado número de pasos que voy calculando por la cuenta que me trae. Me desplazo con el constante pensamiento de que algo va a sorprenderme, para bien o para mal, y normalmente ocurre. Deseo encontrarme con un viejo amigo o conocer uno nuevo, escuchar el dulce acordeón de un músico callejero o descubrir un nuevo bar, de esos que me gustan. A veces, simplemente deseo que llueva. A veces me conformo con poco.

Esta vez fue diferente. Pasé al lado de una terraza donde dos mujeres, de en torno a cincuenta años, tomaban una un café en vaso de vidrio y la otra un zumo de naranja. Mantenían una conversación privada de la que yo no podía extraer ningún dato. Era físicamente imposible que pudiera ser partícipe de la misma, ya que lo único que nos unía era el compartir acera. Lo curioso fue que la mirada de una de ellas se encontró con la mía y ambos nos correspondimos sin apartarla. En ese momento su mensaje cambió de dirección, y ya que era a mí a quien miraba, yo pasé a ser el receptor. Fue un azaroso y bonito instante.

Por un momento fui el beneficiario, tan solo durante el tiempo que se puede tardar en avanzar unos escasos tres metros a un paso medianamente ligero, que fue lo que duró nuestro contacto visual. Yo ignoro el contexto de su conversación, las razones por las que dijo lo que dijo y todo lo inherente a ella, solo sé que lo que salió por su boca iba estrictamente dirigido a mí. Ella formuló una frase que me encantó: "el amor murió con el rock". Yo le agradecí su sabiduría con una brevísima sonrisa antes de alejarme para siempre.

Esperé a cruzar la esquina para buscar en qué momento temporal de la historia es comunmente aceptada la muerte del rock. No quería que ella me malinterpretara y pensara que dudaba que su palabra o que iba corriendo a contarle a cualquiera la sabiduría que ella había depositado en mí. Encontré algunas fechas disonantes, como el 5 de febrero de 1959 y varios artistas algo disgustados con las cifras de ventas de sus útimos trabajos que afirmaban que el rock había muerto, pero no eran capaces de especificar la fecha, por lo que supuse que sería la de la entrevista. Pero donde encontré más concordancia fue en foros, donde la mayoría coincidía en que el rock murió al acabar la década de los 80's.

Aquella mujer consideraba muerto el amor, tanto para ella como para el resto del mundo, desde hace más de veinte años. Pobre diablo, pensé. No pude evitar apiadarme de ella, de su triste existencia durante esas dos últimas décadas y de lo vacía que se le tenía que haber hecho. Se había perdido una inmensa cantidad de grupos muy buenos.

jueves, 9 de abril de 2015

La mirada

No ocultes tu mirada con palabras.

El espejo te sonríe aunque lo niegues y tragar saliva es un buen analgésico.
En el cenicero no caben más caladas.

Haz como que no te importa nada.

Medio dólar por conocer la verdad, la que sea, no me importa el látigo.
Desabrocharé el botón de tu espalda.

Enmudece de vuelta a las andadas.

Hielo sin cardenal para cuando juegues. Niega que no piensas en castigos.
Yo todavía no sueño, solo toco la ventana.

Quédate sentada si empieza la balada.

Convéncete de más de un despertar, si no hoy, mañana lo darás por válido.
No escondas tus ojos con palabras.

jueves, 2 de abril de 2015

El tiempo es oro

Restar tiempo efectivo de diversas actividades rutinarias para poder invertirlo en ocio ha sido el eje central de la economía en los últimos años. Hay dos argumentos básicos por los cuales quedaría justificada una compra: o ahorra tiempo a la hora de hacer uso de él en alguna actividad o sirve para invertir dicho tiempo ahorrado ofreciendo algún tipo de divertimento.