sábado, 20 de agosto de 2011

Poema

 Tiempo ha de aquel crío que ya fuí,
de los altos vuelos, 
de los besos que por juegos habitaron en mí.


Ahora, miradas son latigos de cuero,
que al son del fin,
rubia crin del que por menos voló cual trueno.

Luché por lo que siempre he querido,
yo con mi duelo,
nada nuevo bajo un decadente sol ya podrido.


Intenté confiar, pero he abandonado,
cedí alma y cuerpo,
todo lo mío para luego verme ante ti colgado.


Vuelvo a esconderme en mi cueva,
ni malo ni bueno,
en el rugoso seno de un corazón con flemas.


Pendiente de los lazos de mi cuerda,
asegurando el plomo,
la silla y mi lomo, para mandar todo a la mierda.








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