miércoles, 11 de enero de 2012

Pagliacci

A menudo me llaman mentiroso por no mostrarme tal y como soy. ¿Cómo soy? ¿Quién soy? ¿Quién eres tú? Tan cierto como que nadie lo sabe es que no descubro nada nuevo. Dentro de una sociedad de continuas grietas y comida rápida, lo único que nos queda es el momento. Efímero como una burbuja, que explota y desaparece para no volver. ¿Voy a lamentarme? No.

Rencores, pesadillas, temores, egoísmos, mentiras... toda sonrisa oculta un montón de basura, hedionda y pegajosa que no queremos mostrar. Nadie abre y revuelve su basura delante de los demás para mostrar si ayer cenó ensalada o si desayuna magdalenas. La diferencia es que los desechos del alma apestan más que los orgánicos.

Esto me recuerda a un chiste: Un hombre va al médico. Le cuenta que está deprimido. Le dice que la vida le parece dura y cruel. Dice que se siente muy solo en este mundo lleno de amenazas donde lo que nos espera es vago e incierto. El doctor le responde "el tratamiento es sencillo: el gran payaso Pagliacci se encuentra esta noche en la ciudad, vaya a verlo, eso lo animará". El hombre se echa a llorar y dice "Pero, doctor... yo soy Pagliacci".

Este payaso es un reflejo de la mentira que se vive hoy día. Una gran mentira que alimentamos mitificando sentimientos para luego banalizarlos. Por eso escribo.

Guiño a Rorschach, The Watchmen. Gran film.

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