miércoles, 17 de septiembre de 2014

Máscara

Mi máscara reflecta la luz del exterior. Por dentro con hay luz, solo oscuridad. Nadie sabe lo que siento dentro de mi máscara. Salgo con la máscara puesta y hago vida normal. Voy a por el pan, me emborracho, estoy con los amigos, conozco gente, estudio y me saco carreras... lo normal en alguien de mi edad. Todo con mi máscara puesta, la que no deja salir ningún sentimiento ni ningún ápice de humanidad hacia fuera. Hay gente que me odia, o más bien, odia mi máscara.

Pero cuando estoy en su presencia todo cambia: me la tengo que quitar y no puedo evitarlo. Ella no conoce mi máscara. Desde el momento que la saludé, que la guardé en la bandolera para hablar con ella hasta los últimos momentos, que la escondía en la guantera antes de recogerla. Me preguntó en alguna ocasión por las marcas que la máscara me dejaba en la cara. Yo le dije que simplemente era de las sábanas, de dormir la siesta. Supongo que se lo creería. Creo que no sospechaba nada.

Y es que no quiero que ella vea mi máscara. Mi máscara es triste y lúgubre, y con ella soy un alma libre. Mi sonrisa no se ve cortada por las facciones de la máscara ni mis gestos alterados por su material. Puedo ser tal y como soy. Es mi pequeño momento de apertura al mundo y lo compartía con ella. Podría dejarla durante meses actuar por mí y estaría convencido de que lo haría bien. Con ella me dejaba conocer. 

¿Lo triste? Que ella nunca supo de la existencia de mi máscara. Y por ende, no sabía lo especial que había sido para mí. Supongo que pensará que yo me comportaba con todo el mundo igual que me comportaba con ella. Que sería igual de risueño y alegre, y que ahora mismo soy igual de risueño y alegre. Ella me quita la máscara incluso si hablamos mediante mensajes. Es alucinante, como ha conseguido que tenga la máscara colgada toda la tarde.

También he decir que cada vez que me quito la máscara hago daño a alguien. Es verdaderamente triste disfrutar de la libertad a costa de la felicidad de otros. Empieza a ser una rueda dentada, un mecanismo infinito que avanza y que cada vez que pasa por un punto determinado, alguien sufre. Este motor solamente avanza cuando me quito la máscara. Vaya encrucijada. Llevo meses planteándome no quitármela e intentar ser feliz con ella puesta.

Ahora me pregunto, ¿y si realmente yo usaba una máscara con ella y me la quitaba con el resto del planeta? ¿Es posible que con ella era quien deseaba ser y con el resto era como tristemente soy? 

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