jueves, 24 de noviembre de 2011

Puertas y ventanas



Hace escasos días, mi madre irrumpió en mi cuarto a grito de "pa'rriba to' el mundo" y se bajó dejando la puerta abierta. Como tantas mañanas, me hice el remolón durante unos veinte minutos, pero acabé por levantarme. Aún un poco zombi, me puse en pié y medio cojeando fui a subir la persiana. Tras el primer fogonazo se me aclimataron lentamente las pupilas y, al fin, llegamos el punto clave y de inflexión en mi historia: abrí la ventana.

Podría leer y estudiar durante semanas libros sobre las fuerzas centrífugas y centrípetas, fuerzas contrarias, equivalentes, etc. para explicar técnicamente lo que ocurrió en mi cuarto, pero prefiero filosofar y explicarlo a mi manera: la vida, cuando te cierra una puerta te abre una ventana.

Y cierto es que nos apoyamos en mierdas (y perdonen la expresión) del tipo "el tiempo pone a cada uno en su lugar" o "la vida es como una balanza" (yo mismo he utilizado esta) o la que trataremos hoy, con tal de quitarnos peso de encima. Liberamos nuestra dolida columna cargándole prioridades y obligaciones a "la vida". ¿La vida? ¿Qué vida? ¿La tuya? ¿La de Dios? La gente que sustituye "vida" por "Dios" tiene mucho más sentido en su diálogo, ya que si creen en Dios, Dios es el dueño del devenir y por tanto, encargado de abrir o cerrar ventanas, o situar en un lugar exacto cada segundo. 

De todas formas, no estamos hablando Dioses, sino de personas. Ante la complicación, el error o la incapacidad (que magistralmente se ha metaforizado con una puerta que se cierra), nos hundimos, lloramos y chapoteamos en nuestra inutilidad rogándole a la vida que nos abra una ventana. Además, vivimos creyendo que se nos abrirá una ventana por lo denominado "ley natural". Que, ya que hemos recibido una desgracia, la contraprestación es un beneficio. Confiamos en el equilibrio del cosmos o del yo que sé para solucionarnos la papeleta.

Maldita sea, ¿estamos todos locos? La puerta de mi habitación aquella mañana si se abrió como consecuencia de haber abierto la ventana. En la vida no. En la vida eres tu el que abre o cierra puertas y ventanas, incluso armarios y botes de conserva, pero solo tú. Mucha gente, tras haberse labrado el derecho de abrir su ventana y salir de su frustración, sigue achacando a la vida esa salida secundaria. Pobres infelices.

Ahora bien, cada uno que se crea lo que quiera, que confíe al refranero popular lo que mejor le convenga y rece a una existencia divina por una oportunidad más. Yo sé que yo soy el que busca, encuentra y abre mis ventanas. Que también existen las casualidades, y quizá esta sea una.



3 comentarios:

  1. Buass esta muy muy chulo que grande eres!
    E pensado un visnes para ti jajaja en mi escuela de adultos hay un concurso de escribir un relato de lo ke keramos el premio al ganador son 150 euros con lo bien ke escribes tu seguro ke ganarias...Si kieres te digo las bases del concurso tu escribes una historia asi como esta kon ese final tan xulo jaja le ponemos mi nombre ala obra de arte ( puesto ke tu no puedes participar x no ser de la escuela) ganas,bueno ganamos jaja y te doi la mitad fiffti fiffti me siges? asike lo ke tu kieras tio yo ai lo dejo...
    PIENSALO

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  2. Soy de la opinión de que cada uno construye su destino, y su futuro con las acciones que hace. No obstante, también he pensado más de una vez la frase hecha de: "Todo ocurre por alguna razón" exculpándome probablemente de mis responsabilidades.
    Pero allá la conciencia de cada uno. Puedes creer en que el destino está escrito y no puedes cambiarlo, o no, pero lo que tienes que tener claro es que nadie va a avanzar en tu vida por ti, que tú no eres un mero espectador de ella. Tú eres el único de llevarla a cabo.

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