sábado, 5 de mayo de 2012

Fecha de caducidad


Es capaz de hacerte tirar esa mermelada que hace 20 segundos te sabía buena. De obligarnos a rebuscar en los estantes del Carrefour para encontrar el producto menos perecederos. Hasta de hacernos temer por nuestra vida si nos pasamos doscientos kilómetros del cambio de aceite del coche. Amigos, eso es una fecha de caducidad.

Y es que sin una fecha de caducidad que ponga fin a la existencia de lo material, nosotros no sabríamos cómo ni cuándo actuar.  Tendríamos la nevera llena de yogures que no comeríamos, un 127 en el garaje junto a un astra, camisas de flores en el armario, botes de sobrasada desde el 1998... un descontrol. Sin embargo, cuando esa sobrasada caduca en menos de 24 horas, deprisa y corriendo nos hacemos un bocadillo de sobrasada y lomo, ¿verdad?


Una fecha de caducidad nos pone contra las cuerdas y nos obliga a actuar. ¿Quién no se ha ido de viaje y no ha dicho la última noche antes de regresar a tu ciudad eso de "esta es nuestra última fiesta, hay que darlo todo"? La presión del final te hace tomar decisiones y llevar a cabo actos que de otra manera no lo hubieras hecho.

El ser humano es mucho más tímido e inseguro de lo que se cree. Cualquier muestra de variación en el entorno crea una inestabilidad incontrolable ante la que cualquier persona se siente incómoda y huye de ella. Pensadlo. Cuando no sabemos si algo está bien o mal, ¿qué ocurre? ¿Cómo te sientes ese instante en el que tu móvil está apagado y no sabes si es la batería o es que está roto? ¿Qué haces con un yogur que ha perdido la etiqueta? Voilà.

Ahora bien, ¿qué pasa con los sentimientos?  Un sentimiento brota casi de la nada, se apodera de ti y luego desaparece, si es que lo hace. Una única mirada puede retrasar la fecha de muerte de ese sentimiento y avivarlo como si del primer día se tratase. A su vez, guarda una similitud con las cosas tangibles, y es que el desconocimiento de su estado nos produce pavor.

Mientras tú regales rosas a tu chica y ella te corresponda con caricias en la espalda, estarás contento; en el momento en el que mire hacia otro lado ante tus rosas, te sentirás tan incomodo frente a ella como en este azul planeta. Y es que sabemos perfectamente que, sin previo a aviso, un sentimiento puede esfumarse para no volver jamás, dejando una herida irreparable o no dejando ni indiferencia misma.


El fin del yogur o la lavadora lo conocemos todos y sabemos cómo y cuándo será el final de su vida útil: el primero acabará en la basura en cuestión de tres o cuatro semanas. El segundo en un camión, que imagino que irá al vertedero, en unos diez años aproximadamente desde su primer uso. ¿Cuánto dura el amor? ¿Cuánto durarán los besos por despertador? ¿Durante cuánto tiempo te traerán el desayuno a la cama? ¿Cuántos polvos con amor echarás hasta que se convierta en rutina? ¿Cuántos inviernos pasaréis abrazados y viendo películas? ¿Cuándo empezarán a molestarte esas manían que tanto te gustaban? Nunca lo sabes.

Ahora imaginad un amor pasional cualquiera, pero con fecha de caducidad. Una relación que va a durar una semana y, finalizado el plazo, cada uno se volverá por donde vino, sin hacer preguntas ni comentarios. Tan solo una breve  despedida y un "gracias por todo". Siendo conocedores de la reducida temporalidad de ese romance, ¿quién no lo daría todo?

Sin poner en juego tu corazón podrías dar besos y abrazos llenos de cariño, tener por unos días el detalle de cenar en restaurantes de lujo o hacerle el amor con la complicidad, el romanticismo y la pasión del amor de tu vida. Aprovechar cada segundo de la relación como si fuera el último porque sabes que el último de verdad está próximo. 


Y es que el amor nos crea inseguridad, tanto si lo tenemos como si no. A mi parecer, una fecha de caducidad es lo único que le falta al amor. Acabaría con todos esos problemas que tan poco acostumbrados estamos a vivir a pesar de lo mucho que se repiten.

Espero que os haya gustado. Buenas tardes, romanticones.

2 comentarios:

  1. Conforme pasan los años, cada vez importa menos si el yogur está caducado. "Déjalo, que ya me lo comeré yo" me dice mi padre cuando miro reacia algo pasado de fecha.
    Y no es casualidad. El viejo, el sabio. Ellos saben que la fecha de caducidad es otro invento de El Corte Inglés.

    PD:pongo lo del anuncio de Sabadell en asuntos pendientes jaja

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  2. jeje pero que dices kuky, la fecha de caducidad se calcula a partir de curvas de crecimiento de microorganismos patógenos... mejor cómete un buen nabo que eso no caduca nunca

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