jueves, 10 de marzo de 2011

Ni yo soy tan malo, ni tu eres tan buena

        Tras unos días de inestabilidades emocionales, desmotivadoras situaciones y deseadas ausencias, lo único en claro que puedo esgrimir es esta afirmación que uso a modo de título. No es un chufletazo de optimismo ni un momentáneo atisbo ególatra, y mucho menos duradero. Es una sencilla reflexión que, si bien no fui capaz de verla con mis propios ojos a la primera, ni a la segunda, ni a la septingentésima y largas, al final he caído del burro.
                                        
        Ciertamente, es algo frustrante el confundir el ser de alguien sólo porque la fracción de si mostrada equivale a la sección buscada, resultando ser invenciones personales el 90% restante de la persona. Esperar una mínima correspondencia ya es prestar parte de tu confianza a un desconocido, y si no acepto un caramelo de un desconocido, ¿por qué voy a dejarle tal fianza, a corto o largo plazo?

         Normalmente acabo desistiendo, archivando el caso para sacarlo a relucir unos meses antes de su prescripción, por si algún cabo suelto quedara, poder volverlo a anudar. Después lo solía almacenar de nuevo, sin decir nada a nadie, con la esperanza de que se olvidase del todo y poder tirarlo a la basura. Esta vez, y de ahora en adelante, no seré yo el que guarde pilas de papelotes y documentos con pequeñas frases subrayadas. No.

        Tengo un momento, y millones de situaciones a las que responder, así que no quiero gastarlo en una única causa. Sólo un segundo más.


2 comentarios:

  1. Si fuera facebook, le daría a me gusta, pero como es un blog, te lo digo a ti, directamente! :)

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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