domingo, 19 de febrero de 2012

Un carnaval cualquiera


Se cree que existen entre 3000 y 5000 idiomas diferentes, de los cuales solamente 600 cuentan con más de 100000 hablantes,  cifra que se considera mínima para garantizar su supervivencia a medio plazo. Este último dato no era de oportuna necesidad, lo verdaderamente importante es que es de suponer que habrá, por lo menos, 600 maneras diferentes de llamar a la recién celebrada fiesta de carnaval.

La procedencia cristiana de dicho festejo no quita para que a lo ancho y largo del planeta se disfrute de esta bonita festividad. Quizá en otro día del calendario, con diferente nombre, con distinto significado cultural... pero con disfraces.  El fin o misión final es disfrazarse. Ya sea bajo la sobriedad del carnaval veneciano o con los exuberantes bailes brasileños. El fin, repito, es disfrazarse.


Porque ese día sale de cada uno lo que no puede salir el resto del año. ¿Quién se atreve a palpar culos a diestro y siniestro sin llevar la cara tapada, por ejemplo? Que es solamente uno de tantos, de tantas interioridades externalizadas por el anonimato. Con una máscara que te oculte el rostro se pierde el miedo al qué dirán, que al fin y al cabo es inseguridad, el primero de nuestros miedos y origen de todos los demás.

Esa noche nadie tiene que mentir inventándose una vida paralela con la meta de sorprender a alguien. Esa noche ser tu mismo es fascinante, puesto que es la mentira que mejor te sabes. Jamás volverás a hablar con esa guapa mosquetera con la que te sinceraste, ni te cruzarás con un Homer Simpson de algodón con el que compartiste un cubata al grito de "musho Beti!", y dudo mucho que te reconozca por la calle ninguna de las piezas de tetris que buscaban su formación a lo largo de la ciudad.


Y es que al final, a nadie le gusta mentir por mucho que todos los hagan y Carnaval es la fiesta idónea para decir la verdad que tanto cuesta expulsar bajo el cielo de un día cualquiera. El año que viene volveremos a buscar a esa mosquetera o a ese dibujo animado, tan solo para decirle que nos seguimos acordando de él, a modo de agradecimiento por haber aceptado nuestra verdad camuflada de mentira.

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