jueves, 2 de octubre de 2014

Tres horas

El mundo se paró cuando ella se recogió el pelo. Aquel frío mecánico bailó un largo tango en su nuca. Desde el roto de sus tejanos exhibía la brillante piel de su muslo. Resultaba tan apetecible que no pude evitar perderme unos instantes entre sus piernas. El mundo seguía parado.

Volví en mí y aproveché para apuntar en mi cuaderno de bitácora aquella persona. Lo hice de manera apresurada pero intentando anotar cada detalle. Escribí bastante y me llegó a doler la muñeca. Tenía demasiado que recordar.

Deseé lo peor durante varias vueltas de segundero, lo admito. No me enorgullezco por ello, pero tampoco me castigo. Me entiendo perfectamente. En cuanto la Tierra volvió a girar me arrepentí por no haberla besado. 

Ella preguntó "¿qué me he perdido?". Le dije que nada importante, lo verdaderamente interesante estaba aquí. Aunque eso último me lo callé.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja aquí tu comentario...