martes, 30 de septiembre de 2014

Doppelgänger

No era en absoluto fantasmagórico, al contrario, era grácil y bella, pero sí caminaba conmigo. Unos pasos por detrás, siguiendo mi sombra. Hacía lo que yo, y aguantándome fríamente la mirada. Si me agachaba, ella se agachaba. Si giraba la cabeza, ella la giraba también. Si miraba la hora de mi reloj, ella hacía como que la miraba en su muñeca.

Pero eso no era todo. Indagando descubrí que si yo sentía, ella también sentía. Preciosa situación. Tanto si quería u odiaba, o si sentía lástima, como si mostraba lujuria o indiferencia, ella lo vivía con el mismo énfasis. El mismo deseo y el mismo desprecio, en la misma mirada, pero unos pasos más atrás. La misma situación que viví bajo mis uñas se hacía realidad en las suyas.

Tras un tiempo conviviendo con ella, comiendo del mismo plato y bebiendo de la misma copa, me decidí a preguntarle por qué estaba ahí. Ella, como era de esperar, me preguntó lo mismo. Yo le dije que me sentía a gusto compartiendo errores, que por fin me sentía humano. Ella me contestó que quería saber cómo no cometerlos y no ser como yo.


No sería mi doppelgänger, al fin y al cabo.

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