lunes, 4 de agosto de 2014

Coger aire

No sé durante cuánto tiempo estuvimos besándonos, puede que horas. Una lámpara de noche cubierta con un pañuelo de seda era la única iluminación. La habitación olía a sudor, a sexo. Un ambiente cargado y dos cuerpos que se dedican el uno al otro. No hay ni espacio ni tiempo, ni principio ni fin, ni bien ni mal. Solo una gran cantidad de partículas que se complementan una a una creando un pequeño éxtasis, un doloroso hipo, que paraliza el universo durante horas.


Volver a empezar está implícito en nuestros ojos, de los que saltan chispas. Nuestras manos recorren cada centímetro de placer, mientras se ríen a carcajadas de una sociedad llena de prejuicios y convencionalismos. Ella me saca los colores y, entre los dos, se los sacamos al resto. Ponemos en evidencia las grietas de la creación de Dios, las fallas y los cientos de defectos con cada gesto. 


Los cristales gotean, igual que nuestros cuerpos. Notas cada molécula de oxígeno impactando con tu espalda y erizando tu piel. No podemos parar de ser felices, humillando a la propia cama, que hace tiempo que perdió sus sábanas. Nuestros corazones laten fuerte, nuestras pupilas se dilatan. Nuestros labios dicen más de lo que quieren sin pronunciar palabra, llenando de saliva cada deseo y cheque en blanco sin un final a la vista. Tan solo para coger aire.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja aquí tu comentario...