jueves, 7 de agosto de 2014

El show de Truman

Es difícil hacer coincidir lo que se ve con lo que es. Somos educados en una fantasía social que dista tanto de la realidad que la imposibilita de manera tajante. Hay intereses superiores, actores y escenarios falsos que imitan el mundo y lo adecuan al pensamiento humano. Facilitar el trabajo de digestión. Doblegar la fantasía y el poder de elección. Acabar con imaginación y la creatividad.


Nadie pretende que la verdad se sepa. Esta obra de teatro se perpetra en todos los ámbitos de la vida. En el ámbito racional, económico, social, sentimental, etc., dividiendo la realidad, entre lo que pasa y lo que crees que pasa. Por desgracia, acaba teniéndose en cuenta lo segundo. Todos nos reímos con Jim Carrey en la película "el show de Truman", pero todos somos un Truman más.

Ya no hay actores contratados. Estamos en un punto que el programa ha durado tanto que el mensaje ha calado en la mente de todos los partícipes. Esos actores ya no actúan, sino que están convencidos de su papel. Son los encargados de inculcar el mensaje en las nuevas mentes y mantener el orden de pensamiento común.


Aplicar este discurso a cualquier faceta de nuestra vida nos hará caer en contradicción. Obviaremos el mensaje y la duda planteada. "Lo que yo siento es real, nadie me ha inculcado nada", dirán. Tu configuración necesita años de desarme y ensamble para poder asimilar que tu mismo amor es una pócima inyectada en tu espina dorsal. Pero nadie quiere ofenderse a sí mismo.

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