sábado, 26 de julio de 2014

Amor bancario

Me giraron un cheque que no pude cobrar. Es algo que le puede pasar a cualquiera. Simplemente, ocupé la persona del librado de un documento vacío que, por más que lo intentara, no tenía fondos. Tenía el derecho legítimo, ante cualquier ley yo debía ser la prioridad para aquel librador. Claro, no pensé que no hay leyes que regulen el corazón.
Todos hemos girado alguna vez un cheque que no hemos sido capaces de pagar. Simplemente ese cheque desaparece con el paso del tiempo, se convierte en polvo y ya nadie más lo recuerda. Supongo que algún momento nos vimos con la solvencia emocional necesaria para firmarlo. Falseamos las cuentas, gastamos mucho en poco tiempo o simplemente desconocíamos los ahorros de nuestro corazón.

Es peligroso fallar a tales compromisos. Tú, como librador, pierdes la credibilidad. Convertir tus cheques en papel mojado puede ser una sencilla tarea. Pero peor aún es conseguir en la otra persona, el librado, que no vuelva a consentir una promesa de tal categoría. Ya no de ti, sino de nadie. Esa persona habrá perdido totalmente la fe en el corazón y guardará sus amores bajo del colchón.

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