Tengo tu olor en la pituitaria, tus
lunares en mis dedos y tus ojos en el sistema límbico profundo. Acumulo tus
palabras en mi espalda y tu pecho en el mío. Almaceno cada segundo contigo en
una maleta, la que siempre llevo encima y a la que aún le queda sitio.
Tengo tatuados por dentro todos tus
pensamientos y deseos. He memorizado los amores de tus oídos. Conservo un
frasco pequeño con tu sudor. Una brújula con la forma de tu corazón que cuelga
de mi cuello y un mapa con tu cuerpo del que no me separo.
Tu fe, la que mueve mis montañas, me
acompaña a cada paso. Llevo en la cartera fotos, tanto de tu sonrisa como de tu
ombligo, que me recuerdan lo que hice. Recuerdo cada matiz de tu sabor, y lo
paladeo cada vez que te pienso. Los recuerdos no se gastan.
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