"Lo primero que hizo fue fumarse un cigarro,
aprovechando el último trago de café. Para ella era un lujo que no podía dejar
de permitirse. Mientras pensaba qué podría ser lo siguiente que haría en su hogar.
Pidió un mes de vacaciones y le quedaban casi dos semanas todavía. ¿Arreglar
las humedades? ¿Pintar las paredes? ¿Poner parquet? ¿Comprar nuevos muebles?
Con
lo enérgica que ella había sido, se encontraba pensando en lo menos laborioso.
Todo porque sabía que podía volver a recaer y prefería tener la casa llena de
humedades o los antiguos muebles con lejas curvas a, encima, aguantar obras en
casa o los muebles sin montar en medio del salón.
“La
cocina no la he recogido”. Ya tenía plan. Apagó el cigarro y, alegre, se
dirigió a la cocina. Tiró todas las cajas de pizza, hamburguesas, kebab, etc., además
de todos los trapos húmedos que se habían ido pudriendo con el tiempo y
cantidad de cosas en mal estado. Ella intentaba recordar de cuándo era cada
cosa que tiraba y en muchas ocasiones lo conseguía. “Esto creo que es del hace
dos veranos, cuando las Olimpiadas”, “este trapo es de Rocío… me lo trajo con
algo de comer… ¿sopa?”, “este estropajo lo compré yo, una semana antes de que
marchase Roberto…”.
Recordó
que Roberto le había enviado un mensaje. Hace una semana y media estaba en un
barco sentada, a punto de llamarle y pedirle perdón por todo. Y ahora, ¿qué?
¿Cómo estaba ahora? Limpiando la cocina. La cocina que él convirtió en un
vertedero. Como ella se llegó a sentir."
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