Piensa todo lo mal que desees. Y no es una orden, es
más bien un derecho. Estás en tu derecho a pensar mal de mí, a no fiarte.
Incluso sería una locura por tu parte no hacerlo. Es más, lo prefiero. Prefiero
que no te fíes de mí.
Por eso te aconsejo que no te fíes si te propongo
invitarte a una cerveza, puede que quiera emborracharte. Lo más seguro es que
quiera hacerlo y, si me dejas, lo conseguiré. No te fíes de mí si en algún
momento te quiero coger de la mano, ni se te ocurra. Quizá no te quiera soltar
nunca más. Quién sabe. Y sobre todo, no te fíes si algún día te dijo que te
quiero, porque con total seguridad te puedo decir que no dudaré en hacerlo.
Te permito pensar mal, cualquiera lo haría. Incluso
yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja aquí tu comentario...